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sábado, 13 de junio de 2009

De la mano de Flores River derrotó a Tigre

El comienzo no fue alentador porque a dos minutos del pitazo de Diego Abal, Leandro Lázaro aprovechó la siesta sabatina de la defensa de River y puso en ventaja a Tigre.
Lo que siguió después menos aún porque Fabbiani en ataque parecía un naufrago abandonado en una pequeña isla y sus compañeros de andanzas en cancha-léase, Augusto Fernández, Archubi, Flores- los marineros de un barcaza que se alejaba de la playa.
El "Ogro" vivió esa primera etapa tratando de atravesar a Paparatto y a Blengio una verdadera muralla que rechazó todo lo que River sin idea lanzó al área de Tigre.
La tenencia de balón que el cuadro dirigido por Gorosito ostentó en los primeros 45 fue estéril hasta que Robert Flores a cinco minutos del final de la etapa inicial armó una pared con Fabbiani y quedó cara a cara con Islas evitando en primera instancia el gol del uruguayo.
El rebote quedó otra vez para el oriental que no perdonó y de zurda estampó el empate.
Un Flores que hasta ese momento del partido se había mostrado muy participativo y con compromiso, pero que había también abusado de la gambeta transversal.
El tanto que ponía todo como al principio trajo alivio y potencia anímica para lo que quedaba.
En el complemento Gorosito mandó a la cancha a Falcao en lugar de un Barrado golpeado y extenuado y colombiano aprovechó un pase sensacional de Flores y anotó el segundo gol millonario de la tarde.
A partir de ese instante todo fue de River, el juego vistoso, las opciones para convertir que tuvo y en cantidad ya que Fabbiani dispuso de tres chances claras para llegar al tercero.
También otra en los pies de Radamel, imposible de errar, que Falcao luego de un desborde fantástico de Flores, terminó perdiendo debajo del arco.
Hasta que Fabbiani desde la medialuna sacó un latigazo de derecha dejando estático a Islas y estableció de esa manera el 3-1 definitivo.
Triunfo que sirve para convencerse de que este River puede jugar mejor de lo que demostró en
el semestre. Tres puntos que confirman signos alentadores de mejoría de un River que tenuemente busca la identidad perdida en los últimos años vaya uno saber donde.

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