Perdido en su propio laberinto, Ortega decidió abandonar ayer sábado el entrenamiento aduciendo una molestia muscular sin consultar al médico del plantel.
Si la situación era de por si conflictiva el portazo del "Burrito" le agrega una pizca de escándalo al culebrón que vive el ídolo con el club que lo vio nacer.
Fastidioso y molesto Ortega no logró soportar quedar otra vez afuera de los concentrados para el partido con Huracán.
Es una verdad a gritos que el mismo jugador -víctima de una enfermedad que aún al día de hoy no reconoce padecer- fue el responsable máximo de una situación insoportable.
Haciendo un breve ejercicio de memoria es entendible el hartazgo de Passarella quien lo respaldó como entrenador allá por el año 2006 y después de cuatro años aun debe luchar con los problemas de Ortega, hoy como presidente.
Aunque no lo declaré públicamente se sabe que Passarella no quiere más a Ortega en River porque está convencido que esta acabado como jugador profesional.
Passarella apoya a Astrada porque le es funcional a su interés de no renovar el contrato de un Ortega poco profesional, que solo aparece de a ratos con su calidad.
También Passarella y Astrada saben que Ortega en un partido es capaz de generar un lazo mágico con el hincha y el clamor de la tribuna dejaría en jaque al presidente obligado a renovar el contrato de un crack en decadencia que le da más dolores de cabeza que soluciones concretas.
En este juego de verdades a medias que suenan a mentiras completas, nadie tiene la verdad absoluta pero mientras tanto marche un salvavidas de plomo para el Burrito Ortega que naufraga en el final triste de su carrera.
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