Caída ante Banfield en el Monumental, triunfo agónico ante Chacarita, empate sin goles de local ante Rosario Central, revés en el Cementerio de los Elefantes con Colón, y frustrante uno a uno con Arsenal en su propia casa, son los títulos que definen el presente de River en un torneo que recién empieza pero que temprano la realidad de la tabla de posiciones lo ubica lejos de la lucha por coronarse campeón y cerca de los que luchan por sostenerse en primera.
A esta altura de los acontecimientos se impone a la fuerza saber que campeonato juega el River de Leonardo Astrada, como así también un sinceramiento de las posibilidades reales de un equipo mediocre que aún no ha logrado vencer en su propia cancha a los rivales de turno.
¿Dónde dará pelea en la tabla de arriba o en la de abajo? Nadie en el cuerpo técnico y menos los jugadores quieren reconocer que hoy el equipo tiene que empezar a sumar no para salir campeón, sino para en el corto plazo escaparle al temido promedio del descenso que a partir del próximo campeonato será una realidad acuciante.
En un contexto de negación de la realidad, los hinchas de River deben saber que la nueva dirigencia con Passarella a la cabeza, ni locos de remate mencionaran la prohibida palabra "DESCENSO".
Es que su pronunciación en forma pública generaría un efecto devastador en la opinión y las burlas de todos los rivales, al aceptar su presidente, que hoy River pelea por mantener la categoría.
Imagínese el hincha, si hoy River desea -de hecho su economía lo pide a gritos- sentarse a dialogar ante el interés de un club extranjero -por poner un ejemplo- por Diego Buonanotte, como se posicionaría sabiendo que el ofertante conoce la situación apremiante.
Este es el presente de un River alejado de toda gloria y que hoy pugna por quedarse en primera,
para renacer de sus cenizas y volver algún día brillar como lo hizo en un pasado, que hoy parece haber quedado en el olvido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario