River cayó derrotado ante Boca por 1 a 0 y volvió a defraudar a su público. A pesar de que en el primer tiempo el conjunto dirigido por el Cholo Simeone dispuso de algunas y esporádicas situaciones para vulnerar la valla defendida por el joven arquero xeneize Javier García, River no pudo curarse de la anemia ofensiva que padece hace ya rato.
Todo fue con remates de media distancia, primero Abelairas y después por intermedio de Cristian Villagra y en ambas ocasiones bien conjuradas por el golero de Boca.
River se diluyó en su propia incipidez, intrascendente e incapaz, dependió pura y exclusivamente de un Diego Buonanotte intermitente para elaborar juego fluído y solo por breves pasajes de esa primera etapa amagó a convertirse en protagonista.
Con Salcedo errático, retrasado sumado a la ausencia de un delantero referente de área los desbordes de Ferrari y Augusto Fernández se transformaron en centros para el atacante fantasma. Pero lo peor estaba por venir.
SEGUNDO TIEMPO: OBRA MAESTRA DEL TERROR
El ingreso de Mauro Díaz en lugar de Santiago Salcedo a priori era entendible en virtud de la poca participación del delantero guaraní ensamblado en esa máquina deteriorada y de nulo funcionamiento que es el ataque de River.
El juvenil de inmediato se contagió de la imprecisión que enfermó a todo River. Falcao bien en lo físico pero sin roce futbolístico, Abelairas un espectro del más alla deambuló como una anima que
que aún no logra definir en que mundo quiere estar terminaron de configurar un equipo impresentable, vergonzante, sin voluntad, sin orgullo, sin ideas, en síntesis nada.
La expulsión tempranera (7 del ST) de Ibarra por exceso verbal ilusionó en vano a la gente del Millonario.
Sin embargo a Boca le alcanzó con el oficio vigente de Riquelme para conducir y resolver sin despeinarse demasiado este tipo de encuentros.
La cabeza goleadora de Viatri fue suficiente para marcar la diferencia mínima pero diferencia al fin entre River y Boca.
SOY DE RIVER
Todo fue con remates de media distancia, primero Abelairas y después por intermedio de Cristian Villagra y en ambas ocasiones bien conjuradas por el golero de Boca.
River se diluyó en su propia incipidez, intrascendente e incapaz, dependió pura y exclusivamente de un Diego Buonanotte intermitente para elaborar juego fluído y solo por breves pasajes de esa primera etapa amagó a convertirse en protagonista.
Con Salcedo errático, retrasado sumado a la ausencia de un delantero referente de área los desbordes de Ferrari y Augusto Fernández se transformaron en centros para el atacante fantasma. Pero lo peor estaba por venir.
SEGUNDO TIEMPO: OBRA MAESTRA DEL TERROR
El ingreso de Mauro Díaz en lugar de Santiago Salcedo a priori era entendible en virtud de la poca participación del delantero guaraní ensamblado en esa máquina deteriorada y de nulo funcionamiento que es el ataque de River.
El juvenil de inmediato se contagió de la imprecisión que enfermó a todo River. Falcao bien en lo físico pero sin roce futbolístico, Abelairas un espectro del más alla deambuló como una anima que
que aún no logra definir en que mundo quiere estar terminaron de configurar un equipo impresentable, vergonzante, sin voluntad, sin orgullo, sin ideas, en síntesis nada.
La expulsión tempranera (7 del ST) de Ibarra por exceso verbal ilusionó en vano a la gente del Millonario.
Sin embargo a Boca le alcanzó con el oficio vigente de Riquelme para conducir y resolver sin despeinarse demasiado este tipo de encuentros.
La cabeza goleadora de Viatri fue suficiente para marcar la diferencia mínima pero diferencia al fin entre River y Boca.
SOY DE RIVER
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