Los brazos abiertos de Ferrari como queriendo abrazar a las 40.000 mil almas que apoyaron y alentaron a un equipo golpeado es la imagen más bella de una noche triunfal.
Además de haber obtenido un triunfo emocionante por las circunstancias apremiantes, hubo otros ingredientes que endulzaron un partido que pintaba complicadísimo.
La resurrección de Ortega, la vuelta de Buonanotte y la arremetida de un minuto para dar vuelta el partido en un abrir y cerrar de ojos fueron ingredientes para un final que desató en locura y festejo tanta bronca e impotencia acumulada de los últimos tiempos.
Las notas positivas en el arranque de la Era Cappa: Pereyra y Affranchino por las bandas, el compromiso de Ortega en todas las jugadas de ataque y la sana intención de querer siempre jugar al ras del piso y de manera inteligente.
La ilusión está en marcha y en una noche especial River volvió a creer en River.
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