Fue Vélez a través de Santiago Silva el verdugo de un River que jugó como lo venía haciendo desde el arranque del campeonato.El equipo de Juan José López volvió a mostrar los defectos y virtudes que ha sabido plasmar ya desde el partido ante Tigre.
Solidez en el fondo, sacrificio en el mediocampo, sequía goleadora y pobreza creativa y soledad en los últimos metros donde se necesita desequilibrio para vulnerar al rival.
Es cierto que no estaba en los planes de nadie la garrafal falla del joven arquero Chichizola quien con la pifia le obsequió el primer gol del partido al conjunto de Ricardo Gareca.
Cuando River tomó la decisión de acelerar en el los tramos finales de la cancha fue entonces cuando llegó la jugada que desembocó en el penal a Manuel Lanzini que luego Pavone transformó en gol.
Esa potencia en ofensiva duró apenas un rato y el Fortín en los pies hábiles de Ramirez y Moralez encontró la tenencia del balón y por ende las aproximaciones con peligro a la valla de Chichizola.
La gambeta larga y vertical del lungo Ricardo Álvarez hizo estragos en la defensa de un River mal parado y de los rebotes de esa jugada llegó el toque certero de Silva para sentenciar la historia a favor de los de Villa Luro.
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