Hoy no sabe si está adentro o afuera. Pero hace exactamente 12 años, Ariel Ortega estaba adentro, bien adentro de ese Monumental repleto de adrenalina, hostigando a Oscar Córdoba y provocando que el arquero se la dejara mansita a Escudero. Lo que vino después, centro y gol, es uno de los instantes más felices que vivieron los hinchas de River (el otro lo había generado el Búfalo Funes diez años antes). ¿O acaso qué fue ese cabezazo de Hernán Crespo? No sólo el delirio por el 2 a 0 al América de Cali del Patrón Bermúdez y Anthony De Avila: también el detalle que decoró con gloria el camino de un equipo que tuvo en el Enzo a su líder, en el Burrito a su desequilibrio y en Crespo a sus goles, que digo goles: ¡golazos! (la chilena contra el Cristal fue una belleza, nene). Un equipo, el de Ramón, que sacó la diferencia de visitante (le ganó a Minervén, Caracas y San Lorenzo) y en esa condición tuvo su momento más crítico (Sporting lo hizo tambalear en Lima) y también tuvo su dosis de fortuna: Ruggeri erró un cabezazo por esto en Núñez. Crespo lo metió en la final. ¿O si cerrás los ojos no lo ves?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario