Tormentosa y plagada hasta el infinito de miles de te quiero y te odio podría ser una manera de definir los rasgos pasionales del amor que se han prodigado Ortega y River en los últimos años.
Afuera del primer equipo por decisión de Jota Jota en el entretiempo ante Colón en Santa Fe, borrado de lista de concentrados ante Estudiantes e ignorado para el choque ante Lanús el presente de Ortega es día a día mas complejo.
El penal convertido en gol ante Banfield y el tiro de esquina ejecutado para que Funes Mori de cabeza anotara el tanto del triunfo ante Arsenal han sido los puntos más luminosos en un torneo de pobre rendimiento del ídolo jujeño.
Mientras Ángel Cappa fue técnico, Ortega fue mimado por este y jugo con la tranquilidad de saber que contaba con amplio respaldo desde el banco.
Con la llegada de Jota Jota el escenario se modificó. River decidió dejar de ser complice de los faltazos de Ortega para dejarlo afuera de todo.
Enojado y victimizado ad eternum el genio incomprendido cree desde lo más profundo de su ser en una conspiración de entrenadores -Passarella, Simeone, Gorosito, Astrada, Cappa y Juan José López- decididos a arrebatarle su derecho incondicional a jugar por siempre en River.
Es un desafío para el Kaiser lograr que el Burrito que no es sencillo y no va solito al corral comprenda de una buena vez por todas que todo concluye al fin y a eso nadie puede escapar.
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